A veces la verdad no se haya en las palabras, sino en los hechos que conforman una vida...
(...) Esa peculiar correspondencia de las vocaciones, de las simpatías, de los gustos, de los aprendizajes, de las emociones ata a dos personas y les asigna un mismo destino. Hagan lo que hicieren contra el otro, sus destinos seguirán siendo comunes. Ya elijan un nuevo amigo o amante, no se librarán de sus vínculos sin el permiso secreto y tácito del otro...
Sándor Márai
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